MUPACDesign Presentation

Borges defined El Aleph as an architectural space where all acts and all times occupy the same point. That is precisely what this project pursues, to make the new MUPAC a public claim, a place full of experiences in which it is not only the museum exhibition that focuses attention, but also everything that surrounds it. The multiplicity of formats, the variety of programs, social life, commerce or research are equated with the purely exhibition and elevate this organism to the category of public forum. Along these lines, the project emphasizes the need to give visibility to its architecture by offering an experience that will be delivered to the public. This is how the urban space itself becomes the beginning of a journey that captures the citizen and shows architecture as a relational environment for collective learning.

This desire to achieve uniqueness in each space is explained through the study of the cave and the cabin, two of the most primitive forms of shelter in the Iberian Peninsula. The obvious differences between the two ways of life are used to build a universe of opposites. On the one hand, a round box of perfect proportions represents the cave and contains the most precious collections inside. On the other hand, and flanking this large cube, some indeterminate platforms define the cabin and house those tangential places in which the mediation between agents becomes decisive.

While the cave functions as a space for introspection where the user intimately connects with art, the cabin promotes new models of socialization. One, like a covered camera, always looks inwards, the other, on the contrary, opens onto the city. While the cave emanates from the earth itself, the cabin detaches itself from it. One works in compression and in continuity with the earth, the other transmits its gravity in an articulated way. One is massive, heavy, and stereotomic, the other is light, bony, and tectonic. While the statism of the cave builds a timeless and rigid space, the cabin is defined as an ephemeral and changing construction. One defends the purity and constructive simplicity in its materiality, the other aspires to the dematerialization of its mass. While the cave tends towards the dark and promotes subtle and strategic hollows, the cabin tends towards the light and defends itself from it. One is emphatic and monolithic, the other indeterminate and free.

In short, Aleph extols this double condition and defends the richness of contrasts. The museum will continue to be understood as a cave that guards heritage, but it will have to be helped by its cabin, to publicly share the findings found there.

Borges definía El Aleph como un espacio arquitectónico donde todos los actos y todos los tiempos ocupan el mismo punto. Eso es precisamente lo que persigue este proyecto, hacer del nuevo MUPAC un reclamo público, un lugar repleto de experiencias en el que ya no es solo la exposición museística lo único que centra la atención, sino también todo aquello que la envuelve. La multiplicidad de formatos, la variedad programática, la vida social, el comercio o la investigación se igualan a lo puramente expositivo y elevan este organismo a la categoría de foro público. En esa línea, el proyecto incide en la necesidad de dar visibilidad a su arquitecturaofreciendo una experiencia que será entregada al público. Es así como el propio espacio urbano se convierte en el inicio de un recorrido que atrapa al ciudadano y muestra la arquitectura como un entorno de relación para el aprendizaje colectivo.

Este deseo por alcanzar la singularidad en cada espacio se explica a través del estudio de la cueva y la cabaña, dos de las formas de cobijo más primitivas de la península ibérica. Las evidentes diferencias entre ambos modos de vida son empleadas para construir ununiverso de opuestos. Por un lado, una caja rotunda de proporciones perfectas representa la cueva y concentra en su interior las colecciones más preciadas. Por otro, y flanqueando ese gran cubo unas plataformas indeterminadas definen la cabaña y albergan aquellos lugares tangenciales en los que la mediación entre agentes se vuelve determinante.

Mientras la cueva funciona como espacio de introspección donde el usuario conecta íntimamente con el arte, la cabaña promueve nuevos modelos de socialización. Una, a modo de cámara cubierta, siempre mira hacia adentro, la otra, por el contrario, se abre a la ciudad. Mientras la cueva emana de la propia tierra, la cabaña se desliga de ella. Una trabaja a compresión y en continuidad con la tierra, la otra transmite su gravedad de forma articulada. Una es masiva, pesante y estereotómica, la otra es ligera, ósea y tectónica. Mientras que el estatismo de la cueva construye un espacio atemporal y rígido, la cabaña se define como una construcción efímera y cambiante. Una defiende la pureza y sencillez constructiva en su materialidad, la otra aspira a la desmaterialización de su masa. Mientras la cueva tiende hacia la oscuridad y promueve sutiles y estratégicos huecos, la cabaña tiende hacia la luz y se defiende de ella. Una es rotunda y monolítica, la otra indeterminada y libre.

En definitiva, Aleph ensalza esta doble condición y defiende la riqueza de contrastes. El museo seguirá entendiéndose como una cueva que custodia patrimonio, pero deberá ayudarse de su cabaña, para compartir públicamente los hallazgos allí encontradas.